Reto semanal 2 Rosa Luxemburgo



Cuando he leído la tarea he pensado que hay muchas mujeres de las que se podría hablar pero desconocemos su identidad, pasado y futuro.
La primera mujer que me ha venido a la cabeza es la señora que limpia el portal y escaleras de mi casa. Cada vez que la veo, siempre al amanecer, con una sonrisa en la cara y no le falta un saludo afectuoso. Y pienso, tiene un trabajo mal pagado, vino de la américas a hacer las españas dejando a su familia y se encuentra con este país, tiene una discapacidad física y aun así sonríe. Es a esta mujer a quién deberían dar el premio Princesa de Asturias a la mejor mujer por su lucha "por el feminismo y la igualdad".

Aún así, siguiendo los consejos de la tarea voy a elegir a una mujer famosa de la historia. A Rosa Luxemburgo. Siempre me ha parecido una mujer soñadora y luchadora. 
Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871, en Zamość, cerca de Lublin, en la Polonia entonces controlada por el Imperio ruso, en el seno de una familia de origen judío. Su padre fue Eliasz Luksenburg III, un comerciante maderero, y su madre Line Löwenstein, Rosa fue la quinta hija del matrimonio.
"No era nacionalista, ni creía en la autodeterminación de los polacos, pues quería que los trabajadores del mundo se unieran obviando las fronteras", le dijo a la BBC Jacqueline Rose, codirectora del Instituto Birkbeck para las Humanidades de la Universidad de Londres. 
"Sin embargo, el hecho de que nació en un país que estaba bajo el dominio de otro le hizo entender la necesidad y el potencial de la revolución y la resistencia a injusticias históricas". 
La familia de Rosa era judía, liberal, educada, y su padre había estudiado en Alemania.
"Cuando regresó a Polonia trajo consigo ideas contemporáneas, el interés en asuntos internacionales y el gusto por la literatura occidental", cuenta Lea Haro, editora de la traducción de todas las obras de Rosa Luxemburgo al inglés.
"Su madre también era una ávida lectora de libros en alemán y polaco, y le gustaba particularmente Friedrich Schiller. Era una familia muy cosmopolita".


Rosa Luxemburgo

Vena revolucionaria

Debido a sus experiencias, Rosa se politizó desde sus primeros años.
No había podido ir al mejor colegio, pues estaba reservado para los rusos y ella era polaca.
El antisemitismo era endémico en la vida cotidiana, y lo sintió a diario como niña de colegio en la actitud de sus compañeros de clase.
Y en 1881 ese sentimiento antijudío desencadenó una ola de pogromos terroríficos.
Para cuando la familia se mudó a Varsovia, Rosa tenía 15 años y ya estaba involucrada en actividades clandestinas.
Rosa Luxemburgo Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption "En el espíritu de Rosa Luxemburgo el ideal socialista era una pasión avasalladora que todo lo arrollaba; una pasión, a la par, del cerebro y del corazón, que la devoraba y la acuciaba a crear", escribió su gran amiga Clara Zetkin, después de su muerte.
Su vena revolucionaria la llevó a unirse al Partido del Proletariado, el primer partido socialista polaco.
Cuando los activistas intentaron organizar una huelga general, algunos de los líderes fueron capturados y ejecutados.
Con solo 18 años, Rosa tuvo que huir a Suiza, donde conoció a su compañero revolucionario socialista, Leo Jogiches.

Más que camarada

Jogiches, también conocido por su nombre de guerra Tyscha o Tyscho, se convirtió en uno de los grandes amores e influencias de su vida.
En esta carta, ella está esperando a que se encuentre con ella, a orillas del lago Ginebra:
"Dyodyo, mi dorado, acabo de recibir tu carta y la tarjeta. ¡Dos días más de espera!
"Hoy ha estado gris desde por la mañana, por primera vez, pero ni una gota de lluvia. El lago brilla con una superficie lisa del color del acero. Me gusta tanto el clima tranquilo y melancólico como éste; lo único malo es que me invita a soñar, no a trabajar.
"¡Oh, Dyodyo, apúrate!".
Rosa Luxemburgo Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Ella misma se sorprendió de cuán buena oradora era.
Rosa Luxemburgo le escribió casi un millar de cartas a Leo Jogiches entre 1893 y 1914.
En ellas, "a menudo él es descrito como una figura que le ayudó a formar su ideología política e intelectual", señala Jacqueline Rose, quien escribió sobre Rosa Luxemburgo en su libro "Women in Dark Times".
"Eventualmente ella lo superó y se convirtió en una oradora y pensadora por derecho propio".
A medida que la fama de Luxemburgo como teórica marxista crecía, Jogiches se iba amargando cada vez más. En 1907 se separaron.

Cita con la revolución, en el lugar equivocado

En 1898, Rosa Luxemburg se mudó a Berlín, que sería su hogar por el resto de su vida. Se casó con el hijo de una amiga con el que nunca vivió para obtener la ciudadanía pues, como muchos de sus contemporáneos, estaba convencida de que en Alemania comenzaría la revolución.
Rosa Luxemburgo Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption "La voz, el lenguaje... todo brota con precisión".
Ese primer año le escribió a Jogiches, quien todavía está en Suiza:
"No tienes idea del efecto que han tenido mis intentos de hablar en reuniones públicas. ¡Yo no creía que podía hacerlo! Pero aproveché una oportunidad y ahora estoy segura que en cuestión de 6 meses seré una de las mejores oradoras del partido.
"La voz, el lenguaje... todo brota con precisión. Y más importante, me paré en la tribuna con tanta calma que parecía que lo hubiera estado haciendo durante 20 años".
Tenía razón. Era "brillante hablando en público. Además, como escritora, era emotiva, aguda, a menudo sarcástica -'monstruosamente falta de tacto', fue como la describió un biógrafo-. Realmente irresistible... muy poderosa", resalta Rose.
Rosa se abrió camino rápidamente en las filas del Partido Socialdemócrata alemán.
Participantes a la conferencia del Partido Socialdemocrático Alemán en 1913: la tercera de la izquierda es Rosa Luxemburgo, y al frente en el centro, su amiga Clara Zetkin Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Participantes a la conferencia del Partido Socialdemocrático Alemán en 1913: la tercera de la izquierda es Rosa Luxemburgo, y al frente en el centro, su amiga Clara Zetkin. Meses después se sentirían traicionadas por el partido.
Y en 1905, la revolución se extendió, pero no en Alemania, sino en el Imperio ruso.

Con sus propios ojos

"Su respeto por lo que estaba pasando en Rusia y su crítica a lo que ocurría con la socialdemocracia alemana, el partido la empezó a detestar.
"Entre más la odiaban sus copartidarios, más popular se volvía en las calles, más famosa, más bienvenida era en mítines del proletariado. Ella representaba la capacidad del espíritu revolucionario de exceder los sistemas organizacionales fijos que querían mantenerlo en un solo lugar".
En 1905 viajó a Varsovia y vio las teorías revolucionarias puestas en práctica.
En 1906, le escribió entusiasmada desde Varsovia al gran teórico marxista Karl Kautsky y su esposa Lulu sobre el efecto que habían tenido los levantamientos rusos.
"El sentimiento de solidaridad, hasta hermandad, de los trabajadores rusos está tan desarrollado que uno se queda asombrado.
"En todas las fábricas, por su iniciativa, los trabajadores han establecido comités que toman todas las decisiones sobre las condiciones de trabajo, sobre a quién contratar y a quién despedir, de manera que el empleador literalmente ha dejado de ser el dueño de su propia casa".

Dudas y dolor

En su obra "La huelga de masas, el partido político y los sindicatos" -que terminó después de regresar de Varsovia- Rosa Luxemburgo argumentó que una huelga general podría usarse para provocar una revolución social.
Monumento a Rosa Luxemburgo en el lugar en el que fue arrojada al agua Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Monumento a Rosa Luxemburgo en el lugar en el que fue arrojada al agua, malherida pero quizás aún viva.
Pero estaba empezando a dudar de que los socialdemócratas alemanes estarían a la cabeza de tal revolución.
"Le tomó mucho tiempo reconocer las verdaderas aspiraciones del partido en el que militaba. Celebró que en agosto de 1914 los socialdemócratas alemanes ganaran más escaños en el Parlamento que nunca, a pesar de que siempre le inquietó ese deseo que tenían de ser parte del sistema político", señala la experta Rose.
"Pero cuando el partido votó a favor del presupuesto para municiones de guerra ese mismo mes, quedó absolutamente devastada.
"Su amiga cercana, la política comunista Clara Zedkin, dice en una de sus cartas que ambas contemplaron la posibilidad de suicidarse".

Grandiosidad y tragedia

En vez de quitarse la vida, las dos amigas se dedicaron a hacer campaña contra lo que denunciaron como una guerra imperialista.
Las grandes amigas Rosa Luxemburgo y Clara Zedkin camino a una reunión. Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Las grandes amigas Rosa Luxemburgo y Clara Zedkin tuvieron que decidir entre continuar luchando por la revolución o la muerte.
En 1916, ellas, junto con el marxista y antimilitarista Karl Liebknech fundaron el movimiento Liga de los Espartaquistas (1918), que más tarde se transformó en el Partido Comunista Alemán (KPD).
Y durante esos años Rosa Luxemburgo, ya conocida como "Rosa Roja", fue encarcelada una y otra vez por encabezar protestas contra la Primera Guerra Mundial.
Fue en la cárcel donde escuchó noticias de las revoluciones rusas de 1917 y le escribió a su amiga Clara.
"Estoy convencida de que en los próximos años será inevitable un gran conmoción en toda Europa, especialmente si la guerra dura mucho más.
"Los eventos en Rusia son de una grandiosidad y tragedia asombrosa. Lenin y su gente por supuesto no podrán controlar el caos, pero su intento por sí solo es un hecho de importancia histórica global y un hito genuino".
Carteles de Lenin y Rosa de Luxemburgo en manifestación Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption A Lenin le indignaron las opiniones de Rosa, pero tras su asesinato dijo que "a pesar de sus errores, ella fue (y lo seguirá siendo para nosotros) un águila".
Poco después tendría con ese mismo Lenin una de sus más notables disputas.

La verdadera libertad

Después de la Revolución Rusa de octubre de 1917, Luxemburgo reprendió a los bolcheviques por su disolución de la Asamblea Constituyente electa y su supresión de los partidos rivales.
"La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido, por muy numerosos que sean, no es libertad en absoluto.
"La libertad es siempre y exclusivamente libertad para aquel que piensa de manera diferente".
El líder de Rusia Soviética y luego de la Unión Soviética no fue el único al que le dejó saber cuánto había defraudado a quienes compartieron ideales.
Por ello, hasta el final de su vida, Rosa Luxemburgo fue amada y odiada, en igual medida.

Ese final

Del 5 al 12 de enero de 1919, Berlín fue el escenario de una huelga general, con la que los manifestantes soñaban repetir la experiencia rusa tomando el gobierno de las manos de los pocos para dársela a los muchos.
Karl Liebknecht Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Karl Liebknecht, marxista y antimilitarista, arrestado y asesinado al mismo tiempo que Rosa Luxemburgo.
Se le conoce como el Levantamiento Espartaquista, aunque en realidad la Liga Espartaquista no la convocó ni la dirigió, aunque sí que cooperó.
De hecho, Rosa Luxemburgo señaló que la situación alemana de 1919 no era igual a la de Rusia en 1917, y que no contaban con lo necesario para derrocar al gobierno.
Sin embargo, aunque anticipó que se venía una catástrofe, se sintió obligada a participar.
El presidente socialdemócrata Friedrich Ebert respondió ordenándole a los freikorps -para entonces una banda de protonazis- que aplastaran la rebelión.
Y así lo hicieron.

"¡Yo fui, yo soy y yo seré!"

Una vez cumplida esa misión, el 15 de enero de 1919, detuvieron a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht.
Los golpearon, torturaron y humillaron.
La división implicada en el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en el Hotel Edén ese día. Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption La división implicada en el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en el Hotel Edén ese día.
A ella, uno de los paramilitares le rompió el cráneo con la culata de su rifle.
Con la sangre brotando de su herida, la metieron a un auto, donde fue abatida a tiros y arrojada al canal Landwehr de Berlín.
Semanas más tarde, mientras investigaba la muerte de Rosa Luxemburgo, la mujer a la que había amado, Leo Jogiches fue asesinado en Berlín.
Cuatro meses y medio después, su cuerpo fue encontrado y reconocido gracias a sus guantes y lo que quedaba de su vestido, aunque desde entonces y todavía no es seguro que fueran sus restos.
Funeral de Rosa Luxemburgo Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Fuera o no su cuerpo, el entierro de los restos encontrados fue el evento que permitió expresar el dolor que causó su muerte.
Las últimas palabras que escribió conocidas fueron:
"Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror de ustedes: ¡Yo fui, yo soy y yo seré!".
"Con su asesinato -observó Isaac Deutscher, biógrafo de Trotsky- "la Alemania de (la casa dinástica de los) Hohenzollern celebró su último triunfo y la Alemania nazi, el primero".





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