Reto semanal módulo 1
Un ejemplo claro de discriminación por género es el caso de las trabajadoras sociales de Instituciones Penitenciarias.
La discriminación está en la feminización de la profesión y en sus orígenes en prisiones.
El que esta profesión sea ejercida por un 90% por mujeres hace que los hombres que también la desarrollan también sufran esa desigualdad. Pero esto no significa que no sea un ejemplo de desigualdad de género, sino todo lo contrario como vais a poder ver en el desarrollo de este trabajo.
En los orígenes del Trabajo Social en prisiones lo podemos encontrar en las monjas que entraban en la antiguas cárceles, que con toda su buena voluntad, repartían caridad y en muchas ocasiones un poco de humanidad y cariño. Cuando se profesionaliza esa función, dándole un carácter "profesional" con sus principios y funciones, volvían a ser mujeres quienes las desempeñaban, dándole un carácter continuista a la vista de los usuarios y de la propia Administración Pública.
Así su forma de relación con la administración es la del contrato laboral.
Las y los trabajadores sociales forman parte de las Juntas de Tratamiento, pues los demás miembros de esa Junta son funcionarios (juristas, psicólogos/as, sociólogas/os, etc). Es curioso que en la Ley Orgánica General Penitenciaria de 1979, van a aparecer nuevos profesionales, sin la historia del Trabajo Social, y todos tiene una relación con la Administración de "funcionario/a"
Todo esto no es baladí, porque para empezar su salario, teniendo en cuenta su titulación y funciones, es menor que la de sus compañeras/os funcionarias/os. Y no se queda ahí solamente, sino que su relación como personal laboral les impide promocionar y llegar a ocupar puestos de dirección como sus compañeras y compañeros miembros de las Junas de Tratamiento.
Nos encontramos ante un hecho claro de discriminación de género. A las trabajadoras sociales de prisiones les son atribuidas determinadas características sociales y culturales que arrastran desde hace mucho tiempo y que ha afectado a lo largo de su existencia y, lo peor de todo, es que les siguen afectando
Y no queda , sino también en la denominación de su figura profesional. Ya hace mucho tiempo que se abandonó el termino de Asistente Social por el de Trabajador/a social. Pues se sigue nombrando y llamándoles "asistenta" dándole un carácter peyorativo a la profesión. Y no solo lo utilizan los usuarios sino también, muchas veces, los propios compañeras/os.
Es de señalar, que en una ocasión la Secretaría de Estado de Instituciones Penitenciaras fue ocupada por una mujer, pero su situación no cambio en absoluto.
Ahora se ven algunos gestos, pero quedan en eso, en unos pequeños gestos.
Quizás cambie con el tiempo y espero que sea antes del 2100.

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